Seguro que cuando se dijo por primera vez que la información es poder no se estaba pensando en la época que nos toca vivir hoy en día, en la que los datos, es decir, la información que los usuarios generamos, son tan relevantes y cotizados por parte de las empresas para desarrollar con éxito sus estrategias de marketing y, en consecuencia, para realizar operaciones rentables.
La aparición del llamado Big Data y su gestión y tratamiento supuso un hito a la par que una pequeña revolución en la forma de relacionarse marcas y consumidores. En el entorno online, o incluso ya antes en el mundo físico, la demanda de información para establecer perfiles comerciales y patrones de compra se hizo imprescindible. Cuestionarios, formularios, programas de fidelización, cupones, etc., cualquier cosa era buena para poder dibujar un retrato robot al que amoldarnos para poder ofrecer en tiempo y forma nuestros productos.
De un tiempo a esta parte, la Red se ha convertido en un elemento más de nuestro día a día. Todo lo buscamos en Internet. Raro es el hogar o la familia que no acude a un puntocom a comprar lo que necesite. Todo ese trasiego a través del móvil o del ordenador deja tras de sí un reguero de datos informativos (First Party Data) que son de gran valor. Información veraz y directa que determina las líneas maestras de nuestros gustos a la hora de comprar. Propiedad de las empresas que los recopilan, algo importante teniendo en cuenta la inflexible legislación en materia de protección de datos que impera tanto en Europa como en España.
Son muy útiles para campañas de remarketing. Si tenemos usuarios que llegan a nuestra web para leer nuestros contenidos y abandonan sin llevar a cabo ninguna acción, podemos impactarles con un anuncio específico, ad hoc, para incentivar la conversión.
Por eso, el Second Party Data, es decir, los datos que provienen de pactos entre empresas que comparten información quizá tengan menos rango y entidad, ya que suelen utilizarse para completar lo que el First no pueda abarcar.
En última instancia aparece el Third Party Data, que tiene que ver con las bases de datos que unas empresas venden a otras. Su origen es diverso, lo que obliga a un escrupuloso ejercicio de control para evitar males mayores. A la hora de gestionar un sistema CRM o llevar a cabo una estrategia basada en el smart data, debemos contar con un partner o con una tecnología propia que nos permita estar seguros del cumplimiento de la ley, así como de la calidad del dato.
Su principal ventaja es que tienes acceso a una gran cantidad de datos y, además, muy fácilmente, lo que lo convierte también en su punto débil, ya que está a disposición de la competencia que podría manejar la misma información que tú.